¿Excesos? No, gracias. Tras el desenfreno de los años ochenta, menos es más se convirtió en la clave de estilo de una generación consumidora de básicos que defendía la democratización del lujo. El nuevo gurú mediático: Calvin Klein, el favorito de los más jóvenes. Desde la cadena MTV, Kurt Kobain fue nombrado líder globalizador del grunge: vaqueros desgastados, camisetas raídas, camisas de cuadros… En el universo del prêt-à-porter, el minimalismo de Jil Sander y Helmut Lang hacía tambalear los cimientos de las grandes firmas parisinas, que veían como sus ventas disminuían ante el éxito de Prada y su mochila de nailon. En el bando opuesto, Versace y una imagen para el recuerdo: el llamativo vestido negro con imperdibles que lanzó a la fama a Liz Hurley.
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